viernes, 6 de noviembre de 2009

sexta entrega incluyen los capìtulo 7,8 y 9

CAPÌTULO VII
PLANTEAMIENTO HISTÒRICO-FILOSÒFICO DE LAS RELACIONES PÙBLICAS: DISTINCIÒN ENTRE LA REALIDAD EUROPEA Y LA NORTEAMERICANA
Desde que se reconoció que el hombre como tal nace, vive y se desarrolla en el medio ambiente inherente a la comunidad, se reafirmó la postura mantenedora de que la lógica idea del ser social era una realidad y no una fútil utopía.

Posteriormente, la idea globalizadota de comunidad, convivencia y utopía ya no ha sido nunca abandonada. Claro que el hecho de lo utópico ha sido en numerosas ocasiones desdeñado, por creérselo poco enraizado en el pensamiento, prestándose atención tan sólo a los conceptos de comunidad y convivencia. Pero se verá qué lejos está de la realidad este supuesto, si examinamos el acervo cultural sobre el tema de lo utópico.

En las relaciones públicas sucede algo muy parecido a lo que ocurre con los términos filológicos (estudio de una cultura) que tienen un sonido familiar y una grafía de recordar, y de aplicación polivalente. La versatilidad de las relatio-relationis y de la res publica es una praxis consecuente por su misma necesidad que nos desvela de continuo la existencia de comunidad, convivencia y utopía, de pasado, presente y futuro. Se podría esquematizar como sigue:
Pasado: Herencia y pensamiento comunitario (Gnosis de la comunidad)
Presente: Comunidad de convivencia (Tautología conceptual)
Futuro: Comunidad utópica (estudio e investigación de sistemas y estructuras comunitarias)

La idea de res publica es también consustancial a la estructura social, como lo es la relatio-relationis, ya mencionada, y es en el proceso irreversible de su unicidad donde encuentran ambas su fórmula de adecuación con respecto a sus fines y objetivos.


Admitamos que las relaciones públicas son condición ineludible del hecho social y de la relación social, como principio activo y dinámico de una sociedad participativa mediante el conocimiento mutuo de objetivos y logros.

En el proceso de determinación de dos supuestos cronológicos en el ámbito y temática de la historia de las relaciones públicas:
Hasta el siglo XIX:
a) Supuesta aplicación, de las relaciones públicas, sin técnicas ni medios idóneos.
b) Desconocimiento de causas y efectos de las relaciones públicas, en la mayoría de ocasiones.


A partir del siglo XX:
a) Aplicación de las relaciones públicas de acuerdo con una política de necesidades de proyección presente o futura.
b) Realidad y evaluación en la aplicabilidad de las técnicas propias al contexto de las ciencias sociales.
c) Replanteamiento constante de su sistema filosófico. Resumido desde el inicio de las relaciones públicas, en lo que respecta, a su actividad, en el aforismo:
Hacerlo bien y hacerlo saber

Con respecto a la dedicación plenamente profesional en las actividades de relaciones públicas, de acuerdo con los dos supuestos históricos y reseñados, no se puede concebir como tal hasta el siglo XX.

Las relaciones públicas presuponen un planteamiento histórico moderno en función de sus peculiaridades y vinculaciones, que por sí mismas han sabido marcar un hito importante en estos últimos tiempos.

Especialmente en Europa, las relaciones públicas suponen un intento de unión del humanismo con la sociedad de masas, donde la preponderancia de los supuestos tecnocràticos es manifiesta.

Las relaciones públicas señalan la importancia de un retorno a la cultura humanística como bien señala Sciacca: Aprehender y revalorizar el acervo común al humanismo es una sabia medida para tratar de dignificar nuestro entorno social señalando la unión de derechos y obligaciones inmanentes en la persona humana y los derechos del presente no han de ser un menoscabo para que se olviden los que se alcanzaron en el pasado.

Los más optimistas en el campo de las relaciones públicas nos dirán también que es necesario destacar su empeño loable y significativo por hacer conocer su validez y utilidad en los sistemas informativos y comunicativos, puesto que ellos también se sirven al interaccionar constantemente al hombre en su medio ambiente presente y posibilitando su visión y adecuación al futuro.

A pesar de que Europa ha sido cuna señera en la ciencia política, fue rebasada, también en este aspecto, por Norteamérica. Y las relaciones públicas no han sido la excepción en este acaecer, han seguido el mismo camino, y si la práctica y los métodos de aplicación de las relaciones públicas surgieron en Norteamérica, no se debe a la ausencia de un pensamiento europeísta sobre la materia. Sino que, más bien, el fenómeno ha estado en proporción directa a la necesidad que Norteamérica tenía de las relaciones públicas como realidad ineludible de su sociedad.

Las constantes europeas han ayudado al entendimiento de las relaciones públicas en un país mucho más avanzado, como es Norteamérica.
En el contexto norteamericano, la panorámica practicista de las relaciones públicas tiene un común denominador: su realidad. El concepto de relación y público han significado un reverdecer del pensamiento europeo en tierras norteamericanas.
El pragmatismo norteamericano ha sido, indudablemente, beneficioso en muchos sentidos. Si bien es cierto que para Europa unir el humanismo a las instituciones humanas parece una redundancia, al otro lado del Atlántico se ha demostrado que no es así. Habida cuenta que sus instituciones se convierten en entes monolíticos donde los interese económico y político quieren establecer sus feudos de predominio dual.

La esencia fundacional de las relaciones públicas, en Norteamérica, pretende ser, desde el primer momento, un esfuerzo, continuado y planificado, a la vez que cotidiano, por recordar-en todas las circunstancias en que sea preciso-. Para qué y para quién son creadas las citadas corporaciones, organizaciones e instituciones de patente democrática y tecnocràtica.

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